viernes, 1 de octubre de 2010

Ojos anhelantes



Había unos cuantos hombres tendidos allí, bajo la lluvia, marginados.
López los miraba, temeroso y seco, sentado bajo un toldo improvisado.
- Pájaros -
Nunca fue fácil trabajar en la mina, algunos se cansaban y emprendían vuelo errante por las pampas.
- Cielo -
Cesó la lluvia, los blancos llegaron y les propinaron terrible paliza.
- Respeto -
Ésas imágenes quedaron grabadas en su cabeza durante meses. Sus ojos inyectados y su pálido rostro comunicaban su inmenso temor a correr la misma suerte.
- Albedrío -
Una intempestuosa tarde de Julio, improvisó un mono o bagayera, que confeccionó con dos bolsas de carbón. Partió a campo traviesa buscando eso que le faltaba y que, sin embargo, todo hombre potencialmente tenía.
Se llenó de historias y de poesía, y sin ser dueño de nada, todo poseyó.
Se redescubrió al margen de todo patrón y él fue su propia autoridad; ejerciendo su libre albedrío sembró campos y conciencias que al costado de las vías todavía recuerda el soñador que sale de la gran ciudad.

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