jueves, 7 de octubre de 2010

Azar a la raza

Toda raza atenta contra sí. No lo sabe, pero lo hace. Conciencia de ello puede adquirir el humano, pero no le conviene, por eso pretende que las razones del presente se hallen en el pasado y nunca en el futuro. Pretende que un tiempo que ya no está, pero estuvo, incida en el presente, único tiempo real. Pretende también, no obstante, que un tiempo que aún no está, pero es inevitable, no tenga incidencia alguna en la vida. La arbitrariedad, en definitiva, sigue definiendo lo que se consideran designios objetivos, divinos. (El hijo de Dios fue un hombre, nunca una planta, qué joder.) Así las cosas por ahora, pero no se sabe hasta cuándo.

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