viernes, 10 de septiembre de 2010

Caballo cartonero

Cuando nací, mi destino ya estaba escrito. Arrastraría un carrito durante largas horas, todos los días.

Todavía recuerdo con nostalgia aquella época de mi niñez en la que mi madre me abandonaba para ir a trabajar. A ella la habían comprado unas personas precisamente para que arrastrase un carro grande, de madera, con dos ruedas. Yo me quedaba atado a una estaca. Anhelaba el día en el que, en vez de quedarme girando en círculos, pudiera salir a llevar a mis dueños a recorrer la ciudad.

Hoy llueve y debo salir. El agua hace más frío el frío. El piso se hace más resbaladizo. El látigo duele más. El carro se hace más pesado. ¡Ojalá fuera un Audi A4!

4 comentarios:

  1. Dedicado a mi amigo personal Sr. Rubio

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  2. Brillante. La perversión no solo esta en la posesión de mercancías, sino en la utilización de seres como mercancías. Gaia se va a vengar...

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  3. Discúlpenme, si no lo hacen no me importa, pero me voy a permitir hacer una analogía entre la situación de ese pobre animal con la de otro pobre animal (que se dice pensante). Nada más, el resto lo dejo a su criterio. Gracias por el espacio para comentar. Gracias a todos ustedes. Gracias Piero!!!

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  4. Gracias Tralejo, me hizo emocionar hasta las lagrimas.. muy bueno el relato y emocionante..

    SR. Rubio

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