En la indecisión de la tarde caminábamos por el costado del río. A lo lejos la reina vieja llevaba al príncipe niño tomado de la mano. Nos hablamos al oído buscando las respuestas a nuestras propias intrigas. Al pasar por nuestro lado, el rey ya anciano llevaba a la pequeña princesa, con sus sueños todavía puros.
(*) Basada en una historia real. Exagerar no es mentir.
este relato me dio ganas de un dorado brevemente sazonado con roquefor en un bolichón de dudosa higiene
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