lunes, 23 de agosto de 2010

Entelequia

Todos los seres pensantes habitantes de este mundo poseen un molde que es único, que encaja perfecto en cada uno y que los provee de la felicidad eterna. Este molde es muy difícil de hallar. Puede encontrarse de Norte a Sur y de Este a Oeste, en la llanura, en la montaña, en lo profundo de la selva y hasta en el medio del desierto.
El iconoclasta Reuben siempre supo de su existencia, pero como todos los seres pensantes habitantes de este mundo, desconocía el lugar donde encontrar el suyo. Es por eso que a la edad de 18 años salió en su búsqueda.
Recorrió su comarca, viajo por los cuatro puntos cardinales. Visitó las estatuas más antiguas. Forjó las puertas de los templos inalcanzables por los hombres comunes. Descansó en las playas cuya belleza lastimaba los ojos. Conoció a las mujeres más bellas que el mundo haya dado. Las amó como nadie jamás amó.
Ya anciano decidió volver a la casa de su infancia a vivir sus últimos días. La emoción de volver a dormir en su antigua casa le hizo presagiar que quizá esa fuera su última noche. Al buscar sus zapatos debajo de la cama se dio cuenta que algo había allí. Su molde, el cual había buscado toda su vida estaba bajo su cama, lugar en el cual nunca se había escondido de niño. Le restó importancia y se decidió morir. Había vivido una vida demasiado perfecta.

2 comentarios:

  1. Si el blog fuera un jugador de fútbol, (?) con éste relato tuyo se cotizaría en 15 palos mas jaja excelente mi amigo

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