De soñadores errantes, de cuentos sin nudos. Puro comienzo, todo final. En tiempos sin rumbo rompió la cadena. Quiso ser pájaro y no salió bien. Sus alas se quemaron ni bien tomó vuelo. Derrapó en un campo de espinas que no duelen en la piel.
(*) La cooperativa del absurdo... en colaboración, María.
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