miércoles, 18 de agosto de 2010

Conducta ejemplar

Hoy me apagué. Manejó todas mis acciones un piloto automático. Yo era tan sólo un observador. Fui un soldado más en la guerra contra los desprotegidos. Desperté por un segundo y descubrí que al terminar mis días habré matado más gente de la que podría haber salvado en diez vidas. Culminado ese sueño horrible, proseguí. Me cargué el arma al hombro y seguí marchando junto a millones y millones de otros soldados que no miraban ni a quien tenían a su lado.

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