martes, 31 de agosto de 2010

Caminata final

Mientras caminaba por el descampado comenzó a oscurecer. Entrada la noche encontré una fogata. Hacía frío y estaba muy oscuro, puesto que la luna estaba próxima al período en que oculta la totalidad de su blanco radiante. Así que decidí quedarme junto al fuego.
Miraba con admiración las bellas figuras que formaban las altas llamas y las chispas que salían despedidas. Empecé a caminar a su alrededor para observarlo desde todos sus lados. Torpemente tropecé y caí encima suyo.
Sentí un dolor espantoso y salí corriendo con toda prisa vaya uno a saber dónde. El dolor no cesaba ni un segundo. Me revolqué en el lodo y eso me alivió un poco, pero no era suficiente. El sufrimiento era demasiado fuerte.
Miré nuevamente hacia donde estaba la fogata pero ya no podía disfrutar de su hermosura. Corrí ahora en su dirección y me arrojé sobre las llamas esperando el momento en que todo terminara.

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