Cuando despertó algo en el aire le resultó familiar. Todavía aturdido intentó incorporarse de la cama, pero sentía en el cuerpo el paso de mil días y mil noches. El calor era agobiante como siempre.
La vida nunca había sido muy buena para él. Recordó todos esos momentos donde pedía que por favor lo arrastren a la nada, que terminen con su suplicio.
Abrió la ventana, cerró los ojos y asomó su cabeza. Ese olor... azufre... se detuvo un segundo y se dio cuenta de la inevitabilidad de lo que a continuación ocurriría.
Quiso mirar pero ya era tarde. El día volvería a repetirse. Los fuegos del averno lo habían atrapado nuevamente.
Me gustó mucho, compañero!
ResponderEliminarfantabulantastico
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