Palabras que llenaron de ira e impotencia a este televidente ocasional y le quedaron dando vueltas en la cabeza por unos días hasta que sintió que debía tomar cartas en el asunto. Llamó a su amigo Raúl y fue a la casa a comentarle la idea. En su mente rondaba un lema.
-Raúl, mira lo que he hecho -y le mostró una pancarta que decía:
"¡YO NO QUIERO TRABAJAR!
Quiero heredar una fortuna para así poder gastar el tiempo de mi vida en hacer algo que realmente me guste, me de placer y sea productivo para la humanidad toda."
-¿Qué te parece?-Todo muy lindo, pero no estamos muy de acuerdo con el asunto de la herencia -contestó Raúl conforme a su ideología anarquista.
-No es que yo lo esté, pero me pareció la mejor manera de poner en evidencia la forma en que funcionan las cosas a mi entender. Yo no quiero trabajar porque no quiero ser explotado. No puedo reclamar que me mantengan "ocupado" para que ellos, los herederos de la "riqueza", sigan disfrutando de los beneficios que les da su condición de "enviados del Señor" y nosotros estemos condenados a ser un gasto indeseado de sus empresas. Yo también quiero disfrutar de los mismos derechos que ellos. Y quiero, además, que todo el mundo pueda disfrutar de las mismas libertades.
-¡Eeeeessaaaa! ¡Manuelito presidente! ¡Yo te voto colega!
Ambos rieron ante la ocurrencia de Raúl.
Disfrutaron del poco tiempo que quedaba de la tarde. Cenaron y Manuel se marchó rumbo a su casa, donde guardó de manera lo más prolija posible, la pancarta.
Pasados los días, con su ilusión a cuestas, Manuel aún sigue esperando el momento de desenrollar el cartel y que el mundo conozca, así, lo que piensa.
Bien ahí!!!!!
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