jueves, 2 de junio de 2011

Alma


Las hojas muertas del otoño no son más que una parte de la transformación. Nada muere.
Así lo pensé mientras esperaba en la avenida. Peatones y autos y motos y colectivos, como abejas,  forman enjambres. Deambulan, circulan con rumbo incierto, al menos para mí, y quizá para ellos también.
A menudo suelo preguntarme qué mueve a las personas en ese instante particular en el que las observo.
La reina muere, el panal seco se cae; caos.
Un automóvil colisiona contra un poste de luz. Al parecer, el conductor vendría hablando por teléfono.
Lo emparchadores tapan el bache, los de la luz colocan el poste. Los del seguro dan vueltas. El abogado habla por teléfono. Distraído, otro auto lo atropella.
- ¡No pude frenar a tiempo! gime la mujer.
Viene la ambulancia. El hombre está dolorido, nada más que un susto, un susto con sabor a milagro.
La policía cierra la calle. Colocan las fajas. Los peritos analizan. Los observadores observan.
Un observador saca un cigarrillo de marihuana del bolsillo de la campera y lo prende. Pita. Exhala.
Otro policía lo advierte (advierte el hecho) y procede a su detención.
Se lo llevan. El hombre es Australiano. "Deportado" sentencia el acta labrada. Unos días en la celda, llamadas administrativas al consulado, papeleo. Lo llevan al aeropuerto. Llega a Sydney, estornuda.
Expulsa una bacteria que trae de acá. La gente muere, el virus muta. Nosotros mutamos.
Nuestro panal aún no cae, aunque sólo es cuestión de horas. Yo estoy en la vereda, esperando la caída; sin pánico alguno, puesto que soy hombre de Fé, y un hombre de Fé sabe que no existe final, sino sucesiones de momentos, y en éste momento en particular, un auto colisiona contra un poste de luz, y el enjambre se repite, y las sirenas suenan, de nuevo.


1 comentario:

  1. Los lectores parte II14 de junio de 2011, 8:03

    Y los cuentos?
    Y la moto?
    Y candela?
    y el inodoro?

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