jueves, 16 de diciembre de 2010

Desde los satélites


Era martes, pero hacía calor y el sol brillaba como nunca. De ser miércoles estaría bien. Mas era martes. Algo andaba mal. Tal vez era una apreciación mía, equivocada, errónea, pero insisto: algo raro percibía en el ambiente.
Sudaba como nunca en mi vida (salvo aquel día en el que tuve una fiebre que volaba). Llevaba puesto una camisa manga larga, suéter y piloto, además de un paraguas colgado de un brazo y un portafolios del otro. Sonaba mi celular. No llegué a atender porque se me cayó mientras cruzaba la calle y lo pisó un colectivo. Casi corro el mismo destino que el teléfono. El colectivero me tocó bocina, pero no frenó. Una vieja se reía y le contaba lo que me había pasado a un tipo que se lo perdió.
Juré que ésta era la última vez que me engañaba el del pronóstico. Esa misma noche rompería todos los radares y las antenas del servicio meteorológico.

2 comentarios:

  1. Perdón por la tardanza en la contestación a su pregunta pero me encontraba detenido. Me capturó un milico en medio del intento.
    Un mes tras las rejas fue el castigo; además de tener que, durante los próximos seis meses, trabajar para el servicio meteorológico en la sección Prensa. Me encargo de hacer toda la movida para que la gente se crea lo que se inventa el dueño. Que, por cierto, descubrí que es el mismo que hace los horóscopos.
    Saludos y gracias por haberte interesado en el tema

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