Corrió hacia la puerta. Los sonidos que provenían desde la otra sala eran terroríficos.
Un escalofrió recorrió su cuerpo, pero no se detuvo. Empujó la puerta con una salvaje patada y tuvo un instante para observar lo increíble de la escena. Se convenció como lo hacía hace tres semanas de que eso era real y no una extraña pesadilla. Arremetió con furia contra la horda de zombies que solo querían devorarla.
*El autor quiere hacer la salvedad de que se está obsesionando con el tópico zombies, que sepan disculparlo.
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