viernes, 13 de enero de 2012

Deseo

   "Se desea porque se carece de algo, porque se necesita algo. El hombre, definido como deseo de placer (Freud), es fundamentalmente un ser de necesidades, una carencia, una indigencia pura. Además, como el deseo de lo que se carece, cuando el deseo se satisface, el deseo muere. Por ello, en su madurez, Freud pone junto al deseo de placer el deseo de muerte, porque lo que el deseo desea es su satisfacción, y por tanto, su muerte. El hombre es por tanto para Freud, un deseo que busca su propia extinción."( http://www.revistacrepusculo.org/n17/_carencia.php )

   El deseo de aquello que más feliz nos hace, aquello que nos extasía de placer, que nos reconforta hasta el lugar más recóndito de nuestro espíritu, no acaba nunca. La realización de La/s actividad/es objeto de nuestro anhelo mayor nos transporta a un lugar donde el tiempo no existe o, por lo menos, no transcurre de manera convencional. Y por el contrario de extinguirse el deseo, éste va en aumento; lo que se traduce en mayor felicidad, placer, etc... Aumenta el deseo; la satisfacción también... Y así sigue hasta que nos llega el momento de volver a la vida real. Aquélla que nos encuadra en un lugar específico del universo, en una línea temporal cada vez más exacta, que nos impone montones de deseos cuya satisfacción conlleva una escasa cantidad de tiempo y no mucho esfuerzo. La felicidad, en caso de ser alcanzada, es efímera. Pero siempre se encarga -la vida real- de darnos las esperanzas de que la próxima cosa deseada será aquella que salve nuestras vidas. Sin embargo, muy lejos estará de suceder. Y la decepción nos invade fuertemente al corroborarlo, hasta que se nos da otra cosa que desear; algo para lo cual sólo bastarán unos pocos, pero muy tristes segundos.
   Para evitar este círculo vicioso de deseo-decepción-deseo, en el que resulta demasiado fácil caer, es esencial que cada uno, en el interior de sí, descubra qué cosas lo transportan a ese lugar del universo en el que el tiempo no existe. Podría suceder que la búsqueda quede inconclusa, que no aparezca ese tesoro tan preciado, pero la posibilidad de no hallarlo no debe jugarnos en contra. Puesto que sin lugar a dudas en la persecución de ese tan ansiado tesoro se habrá recorrido un camino lleno de enormes satisfacciones a pesar de las desgracias que nos toquen en suerte.

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