Al afamado médico del pueblo los niños lo exprimieron; quedó puro jugo y pulpa, como la naranja.
Ya en el consultorio una señora muy fea se lo bebió con sorbete mientras éste le recetaba unas cremas. Sólo su voz continuó prescribiendo medicamentos, a fuerza de costumbre. Nadie jamás notó la diferencia.
En el mundo del revés las naranjas se pasean (de la sala al comedor) y las personas son exprimidas. Yo ahora me voy de la cama al living.
ResponderEliminarSaludos a todos los chicos del blog. Inclusive a aquellos que hace años que no escriben. Sobre todo a ellos. Se los extraña.
Gracias por pasarse mono liso. Esperemos que su plegaria resuene y que los chicos vuelvan a escribir!!
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