jueves, 18 de agosto de 2011

Crónicas oficinales. Continuación de la perra anarquista. También continuará

Era una mañana invernal, fría, como las demás, y Beto, el ordenanza, leía en la oficina:
"... en el medio del océano, miles de centinelas combatian..."
- ¡¡Beto!! ¡dejá de leer pelotudeces!, ¿por qué no te ponés a estudiar? le dijo su jefa. -Te vas a recibir el día del arquero si seguís así...
- Claro, él lee novelas... mmm... acotó Betty, tirando el anzuelo donde no la habían invitado a pescar...
Caras de reprobación general ante la escasa dedicación del ordenanza a los estudios contables.
El mediodía irradiaba el olor a pescado recalentado-en-microondas de alguna oficina lindera. Los pasillos del ministerio parecían una feria de comidas, con los vendedores golpeando puertas y anunciando su llegada.
Beto salió algo indignado de la oficina a buscar alguna empanadita de carne para manducar. "Tengo unas ganas de irme a la mierda..." pensaba. Le palmean la espalda. Se da vuelta y reconoce la figura agigantada del gordo Tulio:
- ¡Qué hashée betito! -a partir de este momento, Beto habla en primera persona-
- Acá estoy, gordo, comprando algo pa' comer. (por qué no te vas un poquito a cagar)
De pronto aparece alguien mas, ni idea quien es, pero aprovecho y me voy silbando bajito, porque al gordo Tulio le das letra y te escribe una biblioteca...
Vuelvo a mi oficina dispuesto a engullir la empanada, todavía caliente. Golpean la puerta. Nadie se levanta de su silla a atender.
"Vamos Beto, que a las cuatro nos rajamos. Con cariño: tu conciencia"
Traen unas notas y memorandos de la Subdirección fiscal de conflictos melodramáticos.
Saco fotocopias, como se acostumbra en mi sector, y me traigo todo a la computadora para ingresarlo por el sistema. ¿La empanada? Bien, gracias. Mandá saludos si la ves.
Betty libera el teléfono luego de cuarenta minutos de una catarata de problemas que son el deleite de sus compañeros. Tiene las facciones relajadas por la catársis, mientras el resto piensa en convocar un paro de orejas por el resto de la jornada.
Suena el teléfono. Atiendo. Es la secretaria del gerente:
- ¡Hace media hora que estoy llamando! ¿Quién habla tanto por teléfono?
- La verdad que no se. Yo recién llego. (¡Mentira, fue la cornuda de Betty, que se rasca a cuatro manos y además, habla por teléfono)
- ¿Podés venir que tengo un par de trámites?



1 comentario:

  1. El de la oficina sin calefacción ni aire18 de agosto de 2011, 17:34

    una beleza oficinal, como le decían a una brazuca que trabajaba en el Registro de la Propiedad. Un beso cumpa y... cómase la empanadita mi amigo jaja

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