martes, 6 de septiembre de 2011

En el tren

El señor del sombrero me observaba con disimulo. Llegué a preguntarme (medio dormido como estaba) si me habría quedado espuma de afeitar en la cara o si por esas cosas de la vida, aquella mañana se me hubiera olvidado vestirme.
Con la palma de la mano me toqué un poco la cara haciéndome el que bostezaba y mi primer incógnita quedó resuelta. No había vestigios palpables de espuma de afeitar, ni cortes de consideración.
A continuación, bajé la mirada y lo primero que vi fueron zapatos. Mis zapatos. Alivio.
Un poco más arriba asomaban las medias, una de cada color, acovachadas bajo el jean. Al menos de la cintura para abajo estaba cubierto.
Mirándome la panza vi mi camisa nueva, una blanquita muy linda que estaba en liquidación y a muy buen precio.
Vaya uno a saber qué le llama la atención a este tipo, pensé. Resolví no darle importancia al asunto y seguí con mis cavilaciones.
A la vera de las vías: casas; pasto; una casilla; una vaca; mugre; nuevamente casas... todo pincelado por el lindo sol de mediodía.
Al parar en una estación (faltaba para Retiro) empiezo a escuchar dos voces masculinas que sobresalían entre el cuchicheo del resto de los pasajeros.
Eran dos pibes que venían "escabiando del pico" de una botella de cerveza. Sólo hablaban fuerte y lanzaban risotadas, nada más.
De pronto, el tipo del sombrero les pide a los muchachos con un: shhhh!!! que se callen.
- ¡Callate vos, ortiba! , le responden
El sombrerero se empieza a poner loco y a transpirar.
Los muchachos siguen con lo suyo.
- ¡Qué sombrerito te echaste pá, ehhh! le grita uno.
Sonamos, lo agarraron pal churrete, pense yo.
El agredido se levantó del asiento dispuesto a increpar al que le gritó. Tan hecho una furia iba que no vio un pie que con malicia se interpuso en su camino. Cayó de bruces ante la risotada general. ¡Para qué!!... el tipo estaba como loco, medio que se le había deformado la cara de la luna que tenía. Transpiraba. Estaba rojo y caliente como lava.
Dio dos pasos y explotó, dejando una estela de papel picado que recorrió el vagón para acabar en el piso.
Todos nos quedamos helados. De pronto se escuchó un ehhhhh? que rompió el silencio. Seguido de un qué carajos pasó? de una señora que estaba unas filas mas allá.
Murmullo general. Caras de desconcierto.
El tren llegó a Retiro.
Nos bajamos.
Nadie dijo mas nada.
Subí al subte y, como faltaban unos minutos para entrar al laburo me compré un alfajor y un café al paso.
Mi jefe me mira, entre risueño e intrigado, y me dice:
- ¡Qué cara eh! Como se nota que es lunes...
- Es lunes, pero no me vas a creer lo que pasó, en el tren, un tipo explotó, una locura...
- Y sí, todos explotamos... viste lo que es el mundo hoy día, las presiones, los vencimientos, es más, la semana pasada, a mi suegro ...

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